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Mostaza abre aguas
Merlo hace milagros: sacó campeón a Racing, logró que Central gane dos partidos al hilo como visitante y ayer le ganó a San Martín sin patear al arco. ¿Algo más?
Ganó sin patear al arco: los milagros existen. Con armas válidas y morales, sí, aunque el brillo haya quedado para otra ocasión. Porque este Central de Mostaza Merlo, que sacó diez puntos sobre 12 desde que llegó a Rosario y pelea palmo a palmo con Racing para evitar la Promoción, no se pone colorado si tiene que defender con los 11 jugadores dentro de su campo y encuentra un triunfo cuando se conformaba con el empate. Ayer lo sufrió un San Martín de Tucumán que dominó, con más empuje que claridad, y que terminó perdiendo por un insólito gol en contra de Anchén (despejó de espaldas y la pelota le pegó en la cara para entrar en el ángulo derecho de Gutiérrez).
Quizá la gran virtud del Canalla sea la del camaleón. Cambia su color según la ocasión y puede golear, como lo hizo ante Arsenal, o bancar la parada como en Tucumán. En la previa misma, los rosarinos habían anticipado que el objetivo era no perder en el Norte y por eso la falsa línea de tres (Lima y Danelón eran más laterales que volantes y formaban un bloque de cinco defensores) no se alteró en ningún momento. Es más, con la ventaja a cuestas, Mostaza sacó a Danelón, un lateral con salida, y puso a Valentini, un central devenido en lateral para cuidar el cero. Después, en los minutos finales, terminó con seis abajo y cuatro volantes, incluido el delantero Vizcarra. "Puse a Danelón arriba de Saavedra y a Lima sobre Anchén para tapar las salidas", explicó Mostaza sin ponerse colorado.
Pero ojo, a no confundir inteligencia para emplear una estrategia perfecta con amarretismo puro. Porque Mostaza minó el mediocampo, trabó a las piezas tucumanas y después colocó el cerrojo bien cerca de Broun, quien se mostró seguro cuando Tucumán lo atacó (tapó dos cabezazos de Anchén y Turdó), y culminó con un plan perfecto ideado para robarse un 0-0 que al final tuvo premio extra. Mitad suerte y mitad viveza de Merlo. Porque el poco peligro que llevó la visita fue con un débil cabezazo de Caraglio que pasó lejos y una peinada de Escobar. Sí, ningún remate en serio al arco en todo el partido. "¿Entró la pelota o no?", ironizó el DT una vez terminado el partido, contento por la pepita de oro que halló en el pobre error de Anchén.
Ahora, Mostaza tendrá que revalidar su invicto ante Racing, otro equipo que exprime al máximo el sacrificio y los errores ajenos. Será una final que el propio Merlo la vivirá con tanto éxtasis como ayer. Con cuernitos a full, con la camisa sudada de tantos nervios. Es que así es su Central. La pelea y encuentra puntos en cada bolsillo en el que mete la mano.
Merlo hace milagros: sacó campeón a Racing, logró que Central gane dos partidos al hilo como visitante y ayer le ganó a San Martín sin patear al arco. ¿Algo más?
Ganó sin patear al arco: los milagros existen. Con armas válidas y morales, sí, aunque el brillo haya quedado para otra ocasión. Porque este Central de Mostaza Merlo, que sacó diez puntos sobre 12 desde que llegó a Rosario y pelea palmo a palmo con Racing para evitar la Promoción, no se pone colorado si tiene que defender con los 11 jugadores dentro de su campo y encuentra un triunfo cuando se conformaba con el empate. Ayer lo sufrió un San Martín de Tucumán que dominó, con más empuje que claridad, y que terminó perdiendo por un insólito gol en contra de Anchén (despejó de espaldas y la pelota le pegó en la cara para entrar en el ángulo derecho de Gutiérrez).
Quizá la gran virtud del Canalla sea la del camaleón. Cambia su color según la ocasión y puede golear, como lo hizo ante Arsenal, o bancar la parada como en Tucumán. En la previa misma, los rosarinos habían anticipado que el objetivo era no perder en el Norte y por eso la falsa línea de tres (Lima y Danelón eran más laterales que volantes y formaban un bloque de cinco defensores) no se alteró en ningún momento. Es más, con la ventaja a cuestas, Mostaza sacó a Danelón, un lateral con salida, y puso a Valentini, un central devenido en lateral para cuidar el cero. Después, en los minutos finales, terminó con seis abajo y cuatro volantes, incluido el delantero Vizcarra. "Puse a Danelón arriba de Saavedra y a Lima sobre Anchén para tapar las salidas", explicó Mostaza sin ponerse colorado.
Pero ojo, a no confundir inteligencia para emplear una estrategia perfecta con amarretismo puro. Porque Mostaza minó el mediocampo, trabó a las piezas tucumanas y después colocó el cerrojo bien cerca de Broun, quien se mostró seguro cuando Tucumán lo atacó (tapó dos cabezazos de Anchén y Turdó), y culminó con un plan perfecto ideado para robarse un 0-0 que al final tuvo premio extra. Mitad suerte y mitad viveza de Merlo. Porque el poco peligro que llevó la visita fue con un débil cabezazo de Caraglio que pasó lejos y una peinada de Escobar. Sí, ningún remate en serio al arco en todo el partido. "¿Entró la pelota o no?", ironizó el DT una vez terminado el partido, contento por la pepita de oro que halló en el pobre error de Anchén.
Ahora, Mostaza tendrá que revalidar su invicto ante Racing, otro equipo que exprime al máximo el sacrificio y los errores ajenos. Será una final que el propio Merlo la vivirá con tanto éxtasis como ayer. Con cuernitos a full, con la camisa sudada de tantos nervios. Es que así es su Central. La pelea y encuentra puntos en cada bolsillo en el que mete la mano.