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Cholo festejo
"Había que jugársela", dijo Simeone, y, a su estilo, llenó el campo de delanteros y cayó la parda. "Me gusta la gente con gol. El esfuerzo fue absoluto", tiró el coach.
Fueron más de cinco minutos en los que bajó un cambio, abandonó la postura hiperquinética, usó el hombro de Nelson Vivas, se ayudante de campo, a modo de apoyabrazo y, plantado junto a su asistente en el borde de la línea de cal, vio en la cancha un pizarrón. Promediaba la segunda etapa. Ahí, Diego Simeone evaluó largo su última ficha. Aleteó hacia el lateral derecho, en algún punto Vivas coló su opinión. Se dio un lapso de silencio. A esa altura, ya había copado el césped con delanteros. Llegaron a coincidir Alejandro Gómez, Fabián Bordagaray, Cristian Chávez, Gonzalo Bergessio y Andrés Silvera. Después, con la presentación de Nahuel De Vico, repitió la variante de cinco puntas, ya sin el Cuqui en cancha. Con Adrián González de "stopper y lateral". Con la media res humeando en la parrilla. Con su estilo al extremo, Simeone celebró el empate agónico, una palada de miel que no pierde sabor porque su equipo no alcanzó un nivel justamente destacable. Pero "había que jugársela", en un contexto de varias bajas en la previa (Ledesma, Rivero, Solari, Fornaroli), con un hombre menos y un penal omitido por el juez. Y, sí, bien podría afirmar: por eso, Cholo festejo...
El técnico del Ciclón tuvo su clímax en cuanto a tensiones expresadas en el penal no sancionado de Forlin. En el tanto de Roncaglia, cuando sus pupilos se le fueron al humo al asistente Gustavo Esquivel, se arrimó a separar. En el yerro de Beligoy (ver página 11) levantó temperatura. Y, además de protestar, hizo el gesto de "no va más", en varias oportunidades, con las manos. Ya en frío, tocó medio de coté el tema arbitraje. Pero fue concluyente: "Si se cobraba el penal clamoroso nos íbamos al entretiempo con un empate. Yo no suelo hablar de los árbitros, pero se dan situaciones raras, no sé si será que ahora están con los auriculares... Fue muy clara la falta, era expulsión y penal". Puntualizando la acción polémica como parte importante del desarrollo, dejó su análisis sobre el clásico, prolijamente segmentado. "Hubo dos o tres partidos en uno. En los primeros 20 minutos Boca ocupó el mediocampo y nosotros perdíamos rápido la pelota. Desde el gol, mejoramos, llegamos más claro. En el segundo tiempo intentamos buscar ser más ofensivos, parece gracioso, pero yo me quedo con esos primeros cinco minutos antes de la roja, porque nos soltamos y fuimos creciendo con el partido. Después Boca pudo llegar hasta el borde de nuestra área, pero no generó muchas jugadas. Y yo rescato que supimos siempre estar vivos en el partido", fue su alocución.
La búsqueda con muchos delanteros, la osadía de dejar como único cinco a un Chaco Torres amonestado que luego marchó rápido a las duchas, el resultado final, lo sostuvieron en el rol de protagonista. "No me arrepiento de los cambios, son para ir a más", dijo. Y, sobre sus movimientos tácticos, que dejaron a Chávez, por caso, casi como carrilero por izquierda, gambeteó el chaleco de fuerza. "No pongo a Bottinelli de 9. Me gusta atacar con gente que tenga gol, y si los delanteros tienen características para ir por afuera, te dan alternativas", explica. Para lograrlo, hizo falta el "esfuerzo absoluto de los jugadores". Y no quedó Cholo al festejar la apuesta...
"Había que jugársela", dijo Simeone, y, a su estilo, llenó el campo de delanteros y cayó la parda. "Me gusta la gente con gol. El esfuerzo fue absoluto", tiró el coach.
Fueron más de cinco minutos en los que bajó un cambio, abandonó la postura hiperquinética, usó el hombro de Nelson Vivas, se ayudante de campo, a modo de apoyabrazo y, plantado junto a su asistente en el borde de la línea de cal, vio en la cancha un pizarrón. Promediaba la segunda etapa. Ahí, Diego Simeone evaluó largo su última ficha. Aleteó hacia el lateral derecho, en algún punto Vivas coló su opinión. Se dio un lapso de silencio. A esa altura, ya había copado el césped con delanteros. Llegaron a coincidir Alejandro Gómez, Fabián Bordagaray, Cristian Chávez, Gonzalo Bergessio y Andrés Silvera. Después, con la presentación de Nahuel De Vico, repitió la variante de cinco puntas, ya sin el Cuqui en cancha. Con Adrián González de "stopper y lateral". Con la media res humeando en la parrilla. Con su estilo al extremo, Simeone celebró el empate agónico, una palada de miel que no pierde sabor porque su equipo no alcanzó un nivel justamente destacable. Pero "había que jugársela", en un contexto de varias bajas en la previa (Ledesma, Rivero, Solari, Fornaroli), con un hombre menos y un penal omitido por el juez. Y, sí, bien podría afirmar: por eso, Cholo festejo...
El técnico del Ciclón tuvo su clímax en cuanto a tensiones expresadas en el penal no sancionado de Forlin. En el tanto de Roncaglia, cuando sus pupilos se le fueron al humo al asistente Gustavo Esquivel, se arrimó a separar. En el yerro de Beligoy (ver página 11) levantó temperatura. Y, además de protestar, hizo el gesto de "no va más", en varias oportunidades, con las manos. Ya en frío, tocó medio de coté el tema arbitraje. Pero fue concluyente: "Si se cobraba el penal clamoroso nos íbamos al entretiempo con un empate. Yo no suelo hablar de los árbitros, pero se dan situaciones raras, no sé si será que ahora están con los auriculares... Fue muy clara la falta, era expulsión y penal". Puntualizando la acción polémica como parte importante del desarrollo, dejó su análisis sobre el clásico, prolijamente segmentado. "Hubo dos o tres partidos en uno. En los primeros 20 minutos Boca ocupó el mediocampo y nosotros perdíamos rápido la pelota. Desde el gol, mejoramos, llegamos más claro. En el segundo tiempo intentamos buscar ser más ofensivos, parece gracioso, pero yo me quedo con esos primeros cinco minutos antes de la roja, porque nos soltamos y fuimos creciendo con el partido. Después Boca pudo llegar hasta el borde de nuestra área, pero no generó muchas jugadas. Y yo rescato que supimos siempre estar vivos en el partido", fue su alocución.
La búsqueda con muchos delanteros, la osadía de dejar como único cinco a un Chaco Torres amonestado que luego marchó rápido a las duchas, el resultado final, lo sostuvieron en el rol de protagonista. "No me arrepiento de los cambios, son para ir a más", dijo. Y, sobre sus movimientos tácticos, que dejaron a Chávez, por caso, casi como carrilero por izquierda, gambeteó el chaleco de fuerza. "No pongo a Bottinelli de 9. Me gusta atacar con gente que tenga gol, y si los delanteros tienen características para ir por afuera, te dan alternativas", explica. Para lograrlo, hizo falta el "esfuerzo absoluto de los jugadores". Y no quedó Cholo al festejar la apuesta...