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Canilla libre
Un gol de Ramírez, que empalmó la pelota con la tibia, le dio a Colón un triunfo que lo trepó a la punta. Así, Mohamed le bajó los humos a Huracán, al que esta vez no le salió una.
Ya cuando Pastore no pudo parar la primera pelota, hubo un tufillo a que para Huracán las cosas serían más difíciles que últimamente. Cuando la desprolijidad rozó a Defederico, la fe inquebrantable pareció tener grietas. Pero cuando a Bolatti lo durmieron de atrás y le robaron una de esas pelotas que no suele perder, definitivamente fue una cabal demostración de que anoche no era la noche de Huracán. Sin moverse de su libreto o, incluso, intentando variantes posicionales y de nombres, de ninguna manera el deslumbrante equipo de Cappa esta vez deslumbró. Y, por oposición, a su par creció la imagen de Colón, vivo, astuto, ventajero, con menor candidez que su rival. Y con eso, un poco de oportunismo y otro tanto de suerte, consolidó un fenomenal arranque de torneo que, al menos hasta que Lanús defienda su primer lugar, lo tiene en lo más alto de la tabla.
La bellísima asistencia de Sciorilli, aprovechando una defensa de Huracán (mal) parada en línea, tuvo una fortuita continuidad en el canillazo de Alfredo Ramírez que hizo algo parecido a un golazo, aunque más de uno, si se detiene estrictamente en la definición, legítimamente puede estar en desacuerdo. Lo cierto es que ése fue el inicio del camino al éxito de su equipo y también el comienzo de la impotencia quemera, que ya se había manifestado un par de minutos antes cuando Pozo le sacó una pelota bárbara a Nieto contra el palo derecho. No era la primera vez en el torneo que Huracán arrancaba el partido en desventaja ni tampoco la primera en que, tácticamente, era sorprendido por su rival. Contra Gimnasia sufrió la presión generalizada y ante Colón fue un achique de espacios mucho más cortito, suficiente como para asfixiar a los mencionados Pastore, Defederico y Bolatti. Claro está que la anulación del volante central terminó siendo decisiva.
Por eso no se puede minimizar el triunfo de Colón a una mala actuación de Huracán, a un paso en falso de la juvenilia del Globo. Los santafesinos fueron meticulosos con su trabajo en el medio, cortando probables circuitos de juego con Prediger como líder, sólidamente acompañado por el resto. Ya lo había dicho Mohamed, y va un mérito para él también: no podía equivocar el planteo porque tenía muy bien visto a Huracán. Y lo planteó correctamente y, además, como diría Basile, "los players (los del Globo) no se levantaron bien". Y cuando esto ocurre, todo intento de juego se reduce y todo intento de obstaculización, se potencia. De ahí aquello del vivo y astuto contra el cándido. Colón atendió su juego y Huracán tuvo que pagar con una prenda, que en este caso fue perder y cortar el estímulo que traía de las últimas fechas. Cayó con las botas puestas, jugando la suya, o La Nuestra. Y, al cabo, perdió contra el puntero. Los rivales también juegan...
Un gol de Ramírez, que empalmó la pelota con la tibia, le dio a Colón un triunfo que lo trepó a la punta. Así, Mohamed le bajó los humos a Huracán, al que esta vez no le salió una.
Ya cuando Pastore no pudo parar la primera pelota, hubo un tufillo a que para Huracán las cosas serían más difíciles que últimamente. Cuando la desprolijidad rozó a Defederico, la fe inquebrantable pareció tener grietas. Pero cuando a Bolatti lo durmieron de atrás y le robaron una de esas pelotas que no suele perder, definitivamente fue una cabal demostración de que anoche no era la noche de Huracán. Sin moverse de su libreto o, incluso, intentando variantes posicionales y de nombres, de ninguna manera el deslumbrante equipo de Cappa esta vez deslumbró. Y, por oposición, a su par creció la imagen de Colón, vivo, astuto, ventajero, con menor candidez que su rival. Y con eso, un poco de oportunismo y otro tanto de suerte, consolidó un fenomenal arranque de torneo que, al menos hasta que Lanús defienda su primer lugar, lo tiene en lo más alto de la tabla.
La bellísima asistencia de Sciorilli, aprovechando una defensa de Huracán (mal) parada en línea, tuvo una fortuita continuidad en el canillazo de Alfredo Ramírez que hizo algo parecido a un golazo, aunque más de uno, si se detiene estrictamente en la definición, legítimamente puede estar en desacuerdo. Lo cierto es que ése fue el inicio del camino al éxito de su equipo y también el comienzo de la impotencia quemera, que ya se había manifestado un par de minutos antes cuando Pozo le sacó una pelota bárbara a Nieto contra el palo derecho. No era la primera vez en el torneo que Huracán arrancaba el partido en desventaja ni tampoco la primera en que, tácticamente, era sorprendido por su rival. Contra Gimnasia sufrió la presión generalizada y ante Colón fue un achique de espacios mucho más cortito, suficiente como para asfixiar a los mencionados Pastore, Defederico y Bolatti. Claro está que la anulación del volante central terminó siendo decisiva.
Por eso no se puede minimizar el triunfo de Colón a una mala actuación de Huracán, a un paso en falso de la juvenilia del Globo. Los santafesinos fueron meticulosos con su trabajo en el medio, cortando probables circuitos de juego con Prediger como líder, sólidamente acompañado por el resto. Ya lo había dicho Mohamed, y va un mérito para él también: no podía equivocar el planteo porque tenía muy bien visto a Huracán. Y lo planteó correctamente y, además, como diría Basile, "los players (los del Globo) no se levantaron bien". Y cuando esto ocurre, todo intento de juego se reduce y todo intento de obstaculización, se potencia. De ahí aquello del vivo y astuto contra el cándido. Colón atendió su juego y Huracán tuvo que pagar con una prenda, que en este caso fue perder y cortar el estímulo que traía de las últimas fechas. Cayó con las botas puestas, jugando la suya, o La Nuestra. Y, al cabo, perdió contra el puntero. Los rivales también juegan...