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Zelaya a Zelaya
La mano de Merlo ya se sintió en Central. Entre otras cosas, puso al pibe de titular y éste metió un gol y asistió en otro para dar vuelta a San Lorenzo. Y los cuernitos, camuflados.
Ingresó en la sala de conferencias con su paso cansino y cambió de ritmo apenas vio a las dos bellas promotoras que esperaban. Pique corto, cabeza levantada y un par de besos para repartir. Ahí, Reinaldo Carlos Merlo se llevó el primer aplauso desde que está en Central, aunque fue de los periodistas. La imagen de ganador no quedó sólo en la cancha, donde con apenas cinco entrenamientos obró el milagro impensado. El mostacismo, corriente de adoración en la otra Academia (la de Avellaneda), ya se hizo sentir en Rosario, dentro y fuera de la cancha. El cotillón externo que le armaron los hinchas incluyó banderas con mensajes sin cifrar, que apuntaron a la falta de actitud de un equipo que de tanto desgano se quedó sin técnico. "Nada de paso a paso. Poniendo a poniendo", sentenciaba un trapo. Clarito, casi como la blonda cabellera del técnico. Tampoco faltaron las caretas de Mostaza, importadas desde Avellaneda. "La verdad es que me sorprendió mucho el recibimiento que me dio la gente. No lo esperaba", confesó el técnico.
De Mostaza es el dibujo 4-4-2, la vuelta de Borzani (colgado en la época anterior), la confianza en Zelaya, el retoque de nombres en el medio (Méndez por izquierda y Escobar por derecha) y, en especial, el cambio de actitud. Central ayer ganó la segunda pelota, la dividida. Los jugadores desparramaban rivales en el choque cuerpo a cuerpo. Items que figuran en el decálogo de Merlo. "Rescato la actitud de los jugadores. Dejaron todo en la cancha y jugaron este partido como una final", dijo el DT. Perseguido tal vez por el mote de picapedrero, Mostaza remarcó que Central también manejó bien la pelota. Y lo hizo como siempre, repitiéndolo unas diez veces.
De Mostaza son también los cuernitos, que en este debut aparecieron camuflados debajo de sus brazos cruzados. Una marca registrada de la que renegó. En vivo por Fútbol de Primera (y sí, fue uno de los hombres del día), Merlo aseguró: "No. No hubo ninguna cábala". Ni siquiera lo reconoció ante el apriete de Macaya, advirtiéndole que había muchas cámaras. No hacía falta, la TV ya lo había mandado preso. A dos minutos del final no le importaron los ojos delatores y metió su famoso gesto, aunque tímido, mezclando el dedo anular.
De Mostaza son también los gestos ampulosos (inéditos en el banco canalla), el meterse dentro de la cancha, el pedido de "tranquilos, tranquilos" aunque su equipo acabe de meter el 3-1 y los gritos hacia el Polaco Daulte (su eterno compinche y ayudante de campo) a pesar de que lo tiene a un metro. "Fue un triunfo vital ante un rival muy difícil. Este es un minitorneo complicado", afirmó. Y justo el mano a mano es contra Racing, cuyos hinchas le hicieron una estatua. "Todos saben lo que yo siento por Racing, pero hoy me debo a Central", afirmó. Hoy, ambas Academias comparten más que a Merlo. Están en Promoción y si San Martín gana su partido pendiente jugarían un desempate por evitar el descenso.
De Mostaza son también este triunfo, el primero luego de ocho fechas, los tres puntos que superan a los dos que había cosechado de los últimos 24, el cortar la racha histórica de cuatro derrotas de local y el dar vuelta un partido luego de 29 jugados. De Mostaza es también la esperanza que renació en Central.
La mano de Merlo ya se sintió en Central. Entre otras cosas, puso al pibe de titular y éste metió un gol y asistió en otro para dar vuelta a San Lorenzo. Y los cuernitos, camuflados.
Ingresó en la sala de conferencias con su paso cansino y cambió de ritmo apenas vio a las dos bellas promotoras que esperaban. Pique corto, cabeza levantada y un par de besos para repartir. Ahí, Reinaldo Carlos Merlo se llevó el primer aplauso desde que está en Central, aunque fue de los periodistas. La imagen de ganador no quedó sólo en la cancha, donde con apenas cinco entrenamientos obró el milagro impensado. El mostacismo, corriente de adoración en la otra Academia (la de Avellaneda), ya se hizo sentir en Rosario, dentro y fuera de la cancha. El cotillón externo que le armaron los hinchas incluyó banderas con mensajes sin cifrar, que apuntaron a la falta de actitud de un equipo que de tanto desgano se quedó sin técnico. "Nada de paso a paso. Poniendo a poniendo", sentenciaba un trapo. Clarito, casi como la blonda cabellera del técnico. Tampoco faltaron las caretas de Mostaza, importadas desde Avellaneda. "La verdad es que me sorprendió mucho el recibimiento que me dio la gente. No lo esperaba", confesó el técnico.
De Mostaza es el dibujo 4-4-2, la vuelta de Borzani (colgado en la época anterior), la confianza en Zelaya, el retoque de nombres en el medio (Méndez por izquierda y Escobar por derecha) y, en especial, el cambio de actitud. Central ayer ganó la segunda pelota, la dividida. Los jugadores desparramaban rivales en el choque cuerpo a cuerpo. Items que figuran en el decálogo de Merlo. "Rescato la actitud de los jugadores. Dejaron todo en la cancha y jugaron este partido como una final", dijo el DT. Perseguido tal vez por el mote de picapedrero, Mostaza remarcó que Central también manejó bien la pelota. Y lo hizo como siempre, repitiéndolo unas diez veces.
De Mostaza son también los cuernitos, que en este debut aparecieron camuflados debajo de sus brazos cruzados. Una marca registrada de la que renegó. En vivo por Fútbol de Primera (y sí, fue uno de los hombres del día), Merlo aseguró: "No. No hubo ninguna cábala". Ni siquiera lo reconoció ante el apriete de Macaya, advirtiéndole que había muchas cámaras. No hacía falta, la TV ya lo había mandado preso. A dos minutos del final no le importaron los ojos delatores y metió su famoso gesto, aunque tímido, mezclando el dedo anular.
De Mostaza son también los gestos ampulosos (inéditos en el banco canalla), el meterse dentro de la cancha, el pedido de "tranquilos, tranquilos" aunque su equipo acabe de meter el 3-1 y los gritos hacia el Polaco Daulte (su eterno compinche y ayudante de campo) a pesar de que lo tiene a un metro. "Fue un triunfo vital ante un rival muy difícil. Este es un minitorneo complicado", afirmó. Y justo el mano a mano es contra Racing, cuyos hinchas le hicieron una estatua. "Todos saben lo que yo siento por Racing, pero hoy me debo a Central", afirmó. Hoy, ambas Academias comparten más que a Merlo. Están en Promoción y si San Martín gana su partido pendiente jugarían un desempate por evitar el descenso.
De Mostaza son también este triunfo, el primero luego de ocho fechas, los tres puntos que superan a los dos que había cosechado de los últimos 24, el cortar la racha histórica de cuatro derrotas de local y el dar vuelta un partido luego de 29 jugados. De Mostaza es también la esperanza que renació en Central.